«Cuando digo algo, lo digo en serio», asegura el noruego, que ha encendido las luces de alarma con su última publicación en las redes sociales y con sus declaraciones en una entrevista reciente
El ajedrez clásico le aburre, ya no tiene interés por recuperar el título de campeón del mundo y publica mensajes no tan crípticos de despedida. ¿Plantea Magnus Carlsen un pulso a la Federación Internacional? ¿Corremos el riesgo de perderlo para el ajedrez? ¿Debería la FIDE ceder a su ‘chantaje’? Como en la vida, hay más preguntas que respuestas.
El número uno del mundo acaba de ganar la Copa del Mundo, la última gran competición que le faltaba. El talento del joven Praggnanandhaa no ha sido suficiente para frenarlo, aunque él mismo admite que decidió inscribirse en el torneo en el último momento y que luego se arrepintió de haberlo hecho.
En su último tuit (o como se llame ahora), Carlsen escribe un escueto «¿Ajedrez?», acompañado de un meme en el que se responde a sí mismo: «Completado». La respuesta corta a la pregunta del título de este texto quizá sea un no, pero la larga es algo más preocupante.
Magnus se ha pasado el juego y el ajedrez ya no le ofrece grandes retos, una vez ganados todos los grandes torneos posibles, a excepción de la Olimpiada de Ajedrez, donde necesitaría una selección más potente. Siempre puede nacionalizarse estadounidense y sumarse al conjunto de Caruana, Nakamura, So y Domínguez, pero no parece dispuesto a seguir ese camino.
Repaso a la Copa del Mundo
En la excelente entrevista que le hizo Michael Rahal para la FIDE después de lograr el trofeo, Magnus dice muchas cosas interesantes, algunas esperanzadoras y otras preocupantes, al menos para sus seguidores.